«Una victoria Pírrica», portada de la Bonilista 762
Una victoria pírrica

El 6 de septiembre de 2023, Manfred ganó. La Comisión Europea reconoció a LinkedIn como uno de los gatekeepers que tenían tal dominio del mercado que impedían la existencia de competencia.
 
Llevábamos más de tres años afirmando que, si tus datos son tuyos, no tenía sentido que LinkedIn no facilitara ningún medio para obtenerlos y sus términos de uso te prohibieran explícitamente usar cualquier herramienta o autorizar a un tercero para hacerlo.
 
Ahora el regulador nos daba la razón. Ganamos. Pero apenas hubo alegría en la victoria. La desigual lucha había agotado nuestros recursos y agotado al equipo en el proceso. ¿Ganamos?
 
Tradicionalmente, en el mundillo estartapil tendemos a glorificar las derrotas. A no ocultarlas como algo vergonzoso sino abrazarlas como un paso más —un aprendizaje— en el camino al éxito.
 
Hablamos mucho menos de las victorias pírricas. De esos triunfos obtenidos a un costo tan alto que son casi como una derrota, ya que el vencedor sufre más daños que el vencido. Conquistas que no nos hacen estar más cerca de cumplir nuestros objetivos, sino todo lo contrario
 
Y hablamos menos porque, al contrario que en las derrotas, no hay nada de épico en esas victorias. Solo tristeza y un regusto amargo que no marida bien con la visión tecno-optimista del sector, esa que sostiene que cualquier problema generado por la tecnología puede ser resuelto con más tecnología.
 
Paradójicamente, Marc Andreessen —uno de los mayores defensores de dicha visión— sufrió una de las mayores victorias pírricas de la industria del software.
 
Microsoft decidió destruir a Netscape, fundada por Andreessen, cuyo excelente navegador llegó a tener un 80% de cuota de mercado. Creó una copia mala (Internet Explorer), pero regalada e integrada en el omnipresente Windows y exigió a los fabricantes que querían vender sus ordenadores con el sistema operativo preinstalado que no incluyeran ningún otro navegador.
 
Después de años batallando, en 1998 Netscape liberó el código fuente de su navegador. Fue una victoria que encendió el sueño de una web abierta y mantenida por la Comunidad, pero también el reconocimiento de que la empresa estaba muerta. Apenas un año después, en 1999, era absorbida por AOL.
 
En 2001, Microsoft fue condenada por prácticas monopolísticas. Netscape había ganado, pero ya no existía. Hoy, la multinacional de Redmond es considerada un adalid del software libre y la mayoría de desarrolladores jóvenes no saben ni siquiera que Netscape existió.

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El caso de Netscape no es, ni mucho menos, la única victoria pírrica que ha cincelado la industria tecnológica tal y como hoy la conocemos.
 
Sun lanzó Java prometiendo que escribirías tu código una sola vez, pero podrías ejecutarlo donde quisieras. Algo que hoy parece obvio, pero que en 1995 era ciencia-ficción.
 
La informática estaba fragmentada entre Windows, Mac, Unix, y CPUs incompatibles entre sí. Java era un puente entre esos mundos. Sun se desgastó enormemente para construirlo en contra de los intereses de la mayoría de la industria y defenderlo de los ataques de la misma, pero, a pesar de todo, ganaron.
 
A partir del año 2001, Java se convierte en la plataforma empresarial estándar. Lo adaptan tanto la banca, como las compañías de telecomunicaciones, las aseguradoras o las administraciones públicas. Se vuelve omnipresente.
 
Sun gana todas sus grandes apuestas tecnológicas: la portabilidad del software, el concepto de máquina virtual, las APIs estándar, el servidor de aplicaciones; pero de una manera que beneficia a todo el mundo menos a ellos mismos, que se veían incapaces de capturar el valor que habían creado.
 
La mayoría de servidores Java se despliegan en Linux, no en Solaris. El hardware donde se ejecuta no tiene por qué ser SPARC. Y muchas de las máquinas virtuales que se licencian son implementadas y distribuidas por terceros como BEA o IBM.
 
Java triunfa, en plataformas rivales, y la facturación de una Sun agotada para emprender más iniciativas, sigue dependiendo mayoritariamente del hardware. En 2009, Oracle se hace con Sun por apenas 7.400 millones. Muchos lo vieron como un rescate; otros, como una muerte indigna.
 
Sun construyó el puente y otros lo cruzaron.
 
Pero también hay ejemplos mucho más humildes de victorias pírricas en el mundo de la tecnología, como el caso de Peeble… o el nuestro.
 
Tras años luchando contra sus equipos de anti-scraping —en los que invierte decenas de millones anuales entre personal, infra y abogados—, Manfred consiguió integrar la API que LinkedIn se vio obligada a publicar y hasta liberó el código que había desarrollado para hacerlo.
 
¿Ganamos? Manfred agotó toda la financiación de la que disponía para desarrollar una alternativa a LinkedIn en esa lucha y el equipo que participó en la misma ahora se dedica a otras cosas o está fuera de la compañía. Mientras, LinkedIn bate sus picos de usuarios mes tras mes, a los que no parece importarles mucho si sus datos son suyos o no.
 
Es fácil decir desde fuera que la victoria hubiera sido nuestra con mayor inversión, compromiso o habilidad, pero a una victoria pírrica contribuyen tanto los vencedores como los vencidos y lo único positivo que puedes sacar de la misma es no convertirla en una derrota total, como finalmente le ocurrió al Rey Pirros. Los que no conocen la Historia están condenados a repetirla.
 
La mayor lección que he sacado de mi propia experiencia y las de otros es que debes guardarte de las peleas donde tu adversario no pretende ganar, solo que tú pierdas.
 
En el mundillo de la tecnología, también.

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